Un lalinense en el debate del clima

 

El agente forestal Miguel Agulló Canda participó en el Congreso de Mundial de Guardaparques de Bolivia

Agulló, no centro con camiseta blanca, xunto a Axentes forestais bolivianosEl agente forestal lalinense Miguel Agulló Canda fue uno de los dos españoles que participó en el VI Congreso Mundial de Guardaparques, que se celebró en Santa Cruz (Bolivia) entre el 2 y el 7 de noviembre. En la cita estuvieron representados miembros de 44 asociaciones de 25 paises,que tomaron parte en numerosas jornadas técnicas.Agulló, miembro de la Asociación Profesional de Axentes Forestais de Galicia (Aprafoga), intervino en buena parte de un programa de actos, en el que se valoró,entre otros asuntos, el cambio climático. En las conclusiones, que fueron remitidas a la convención de Naciones Unidas de Copenhague, los guardaparques reivindicaron su posición como conocedores de las áreas protegidas e instaron a los gobiernos mundiales a garantizar unas condiciones dignas de trabajo.

 

Agulló participó en este congreso junto a otros 260 profesionales, valoró positivamente esta experiencia personal y reivindicó la misión de los agentes o guardaparques en la protección del medio natural, como conocedores de la degradación que sufren numerosas zonas del planeta. Aunque por motivos distintos, en la convención se evaluaron las trabas que encuentran estos técnicos para acometer su trabajo y se hizo público que desde el año 1986 más de 440 agentes fueron asesinados en distintos espacios naturales del planeta, principalmente en paises en vías de desarrollo.No obstante, Agulló destaca las excelentes estructuras que existen en naciones del continente africano, Sudamérica o parte de Asia, y las contrapone con España, donde, a su juicio, “todavía existe demasiada burocracia para algunos asuntos”. Lejos están naciones como Inglaterra o Estados Unidos, donde estos expertos tienen unas idóneas condiciones de trabajo y la sociedad valora la función que realizan, en el control y la protección de la naturaleza.

Miguel reflexiona, semanas después del congreso, sobre alguno de los problemas que padecen los paises más desfavorecidos e incide especialmente en la conveniencia de que la sociedad sea consciente de ellos. Al margen de los graves daños que el calentamiento del planeta está provocando en numerosos glaciares, advierte del relevante ritmo de destrucción natural que existe en zonas desfavorecidas. “En muchos paises sin recursos se acaba expoliando los propios recursos naturales y, por ejemplo, comiendo por necesidad las especies protegidas. Muchas veces esta escasez de productos fundamentales acaba que, tras la concentración de gente en los campos de refugiados, comiencen las guerras”, señala.

También considera desolador que de los en torno a 600 glaciares del planeta, en los últimos años su Miguel Agulló, xunto a guardaparques de Zimbabwe, Sudáfrica e Tanzaniacenso haya mermado en un tercio. Agulló mantiene que foros como el de Bolivia deberían servir para despertar la sensibilidad de los gobernantes en un asunto que atañe al conjunto de la población. De hecho, otra de las concusiones del congreso consistió en proponer alianzas estratégicas con organismos que apoyan a los guardaparques o rangers, como se denominan en paises con vínculos anglosajones, o aplicar políticas claras en relación “al manejo de las áreas silvestres protegidas”, así como el papel que debe asumir el agente forestal.

El congreso de Santa Cruz se llevó a cabo en un complejo hotelero, donde Miguel Agulló tuvo la oportunidad de departir con decenas de compañeros de numerosas naciones del planeta. La representación más numerosa fue la nación organizadora, aunque en las mesas de trabajo tomó parte la totalidad de los agentes. Explica que para acudir a un evento como este es necesario realizar una reserva de plaza previa, buscando el interesado por su cuenta el alojamiento. Agulló, que tuvo un encuentro casual en el hotel congresual con el presidente boliviano Evo Morales, declara que alguna de las mesas sectoriales “fue muy intensa, acabando varias de ellas a las dos de la madrugada”.

La Federación Internacional de Guardaparques (FIG) fue el organismo que asumió la organización de este seminario, al que acudió su vicepresidenta, Deanne Adams.

 

La dureza extrema del Aconcagua

Las condiciones adversas le impidieron coronar esta montaña andina

La alta montaña

O montañeiro lalinense e o Axente forestal David Martínez, na sua subida ó AconcaguaTras el congreso boliviano, Miguel Agulló emprendió rumbo a los andes centrales para intentar culminar el Aconcagua junto al agente forestal de la Junta de Castilla y León David Martínez, con el que había estado en Santa Cruz.Tras un viaje de avión, que los llevó a la provincia argentina de Mendoza y casi 10 horas de autobús, el día 22 partieron hacia el objetivo; ascender esta cordillera, que tiene en su punto más elevado 6.962 metros. “Tuvimos que esperar, puesto que las condiciones climatológicas eran muy adversas”, relata.

El lalinense y su compañero establecieron el campo baseMiguel e outros compañeiros en "Nido de Cóndores" en Plaza de Mulas para, tras un día de adaptación a la alta montaña, comenzar la escalada. “La ruta elegida no es de una dificultad técnica muy elevada, pero el problema, además del tiempo, es adaptarse al denominado mal de altura”, señala. Durante su ascenso Agulló tuvo que cejar en su empeño en una ocasión por comenzar a sentir la sintomatología de un principio de edema pulmonar. Fue en la zona conocida como Salto de Agua (4.400 metros), donde pensó en reclamar atención médica, aunque finalmente desistió.Tras dos días y comprobar que había recobrado la fortaleza física y mental reemprendió la marcha. “Es recomendable que cada subida de 500 metros se descanse, sobre todo a partir de los 3.000, para adaptase así mejor a la altitud”, dice. Agulló relata que “incluso ayudamos a dos personas, uno de Lugo, para que fuesen evacuados. Presentaban un cuadro de hipertensión importante”.

Fallece un americano

Miguel Agulló, na zona denominada Cerro BoneteLa dureza que tuvieron que soportar durante la escalada motivó que Agulló y su compañero decidiesen no subir más allá de los 6.000 metros, tan sólo a 962 de la cumbre, aunque el riesgo era demasiado elevado como para abordar con garantías la cima. De hecho, Miguel conoció en el Campamento Berlín la muerte de un montañero norteamericano con el que había coincidido durante la expedición. “Trató de seguir sólo y afrontar un pico; nosotros ya estábamos adaptados a la altitud y nos ofrecimos para subir a buscarlo, pero la policía de rescate dijo que no era necesario”. Pocas horas después los agentes se interesaron por contrastar con Agulló la vestimenta del montañero “y nos corroboraron que el muerto que apareciera era Michael”. Poco después, Miguel Agulló leyó la noticia en la prensa local sobre el fallecimiento del escalador; “el primer muerto de la temporada en el Aconcagua”, rezaban los titulares de los medios escritos.

Agulló, socio del Club de Montañismo A Peniza, de Lalín, llegó el pasado día 30 de la estación de Saint Lary, en el pirineo francés. Allí acudió a un curso de esquí junto a otros compañeros. El colectivo A Peniza lleva a cabo de forma regular distintas rutas de montaña, tanto para deportistas con más experiencia como para los que se inician en este deporte. Además de contribuir a la puesta en marcha del rocódromo, en el pabellón de Lalín, la asociación valora realizar nuevas expediciones a la alta montaña.

 

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